28/8/13

no vale hablar

Practican cibersexo con desenfreno. Ninguno de los dos tiene webcam, pero sí micrófono. No vale hablar. Se oyen desnudos el uno al otro. Escuchan apasionadamente su desnudez.

(Escuchando: Nine Inch Nails - Copy of A) 

22/8/13

las manos de alicia

Cada vez que la pequeña Alicia veía una estrella fugaz o soplaba las velas de su tarta de cumpleaños (en el improbable caso de que se hubiera encontrado con un genio salido de una lámpara habría obrado igual) pedía un deseo. Un único deseo. Siempre el mismo. No perder sus manos. Le aterraba la idea de quedarse sin ellas. ¿Cómo manejarse sin manos? Tenía que ser algo terriblemente complicado que no le apetecía comprobar.

Pasó el tiempo, se hizo mayor y… Ya. Tuvo un accidente y le cortaron las manos. No, no. Yo no he dicho eso. Los brazos entonces. Claro que no, ¿cómo iba a conservar las manos habiéndole amputado los brazos? Ya sé. Las piernas. Una de ellas por lo menos. Que no, que no. Algún dedo. Nada. Qué manía. ¿Quién está escribiendo esto, vosotros o yo? Pues entonces. Dejadme que siga. Pasó el tiempo, se hizo mayor y sus manos siguieron desarrollándose al mismo ritmo que el resto de su cuerpo. No hay mucha gente que pueda presumir de lograr que sus anhelos más primarios se hagan realidad. Alicia lo estaba consiguiendo. Y sí, vale, ahora viene el accidente.

Una tarde de primavera Alicia estaba esperando el ascensor. Que parecía estar averiado, porque no bajaba. Introduzcamos aquí una pequeña elipsis para ahorrarnos el proceso que la llevó a situarse en el hueco del ascensor al tratar de ponerlo en marcha y situémosla ahí directamente. Que es lo que nos interesa. Subir andando no es una opción en este caso. Bien. Ahora dejemos caer el ascensor sobre ella. Ante la que se le venía encima, Alicia sólo pudo reaccionar alargando sus extremidades superiores hacia la escalera en un intento de poner las manos a salvo. A salvo quedaron. Chapoteando alegremente en un charquito de sangre hasta que un médico que pasaba por allí porque iba de visita al quinto izquierda (ya se sabe cómo son este tipo de casualidades) se hizo cargo de ellas. Diríase que la obsesión de Alicia por no perder sus manos condujo a sus manos a perderla a ella. Podría decirse esto si no fuera una soberana gilipollez.

Menos de 15 horas después, sus manos ya formaban parte de una mujer con el mismo grupo sanguíneo que ella y una estructura ósea parecida. Vaya, parece que se salió con la suya. Las manos de Alicia siguieron funcionando después incluso de que hubiera muerto. Qué va. El sistema inmunológico de la receptora terminó rechazándolas y hubo que extraérselas. ¿Pudieron implantárselas a otra persona? Pero bueno, ¿estamos locos? Menuda marranada. Unas manos de tercera mano. A quién se le ocurre. Las manos descansan en la misma tumba en la que lo hace su propietaria original. Como tiene que ser. 

(Escuchando: Primal Scream - Elimination Blues)

19/8/13

lo que vosotros llamáis amor

A lo que vosotros llamáis amor
yo prefiero llamarlo
la compañía de ángeles sombríos
que me vuelan la puñetera cabeza con sus tambores
sus trompetas y
sus flautines,
la jauría de perros sarnosos
que me roen las entrañas furiosos
con dientes como guadañas,
la pandilla de enfermeras psicóticas
que me inyectan estricnina
en las articulaciones,
la miríada de nanoparásitos tóxicos
que galopan por mi sistema nervioso
arruinándolo todo a su paso.
Cada vez que la veo
prefiero llamarlo así.
Aunque resulte un poco más largo.

(Escuchando: Atari Teenage Riot - Is this Hyperreal?) 

12/8/13

no soy lo que estás buscando

No soy alguien del que te puedas fiar.
Soy un adicto.
Un asesino.
Un embaucador.
No soy una buena persona.
He dejado paralíticos a hombres decentes.
He deshecho parejas y me siento orgulloso.
Me he vengado con una crueldad desproporcionada. 
No soy lo que estás buscando.
He estado internado.
He matado a recién nacidos.
He violado, he torturado. He condenado a mucha gente
a los destinos más horribles.
Y pienso seguir haciéndolo.
Voy a seguir haciéndolo
mientras conserve mis manos
y tenga algo con lo que poder escribir.

(Escuchando: Suede - Pantomime Horse)

5/8/13

santa maría de los tejados

Cuentan que hace mucho tiempo, en la ciudad en la que nací (si ahora es pequeña entonces lo era mucho más), había una niña que se llamaba María Laplaza. María estaba todo el día trepando a los árboles, a los tejados y a las torres de las iglesias. Cuando alguien la llamaba, podía aparecer por cualquier lado. Siempre descolgándose desde alguna tubería, siempre entrando en las casas por la ventana menos pensada, siempre corriendo por las azoteas. Todo el mundo la conocía. Aquella niña tan bonita y tan buena y tan graciosa. María de los Tejados. 

Una tarde María no bajó. Al principio sus padres pensaron que estaba enfadada por algo, o que se había entretenido más de la cuenta persiguiendo a los pájaros. ¿Caerse? ¿Cómo iba a caerse si era hija de las alturas? Eso se decían. Pasó un día y seguía sin bajar. Pasó otro día. Y otro. Y otro. Y jamás bajó. Y los vecinos y familiares de María, con una tristeza tan profunda que no puede compararse con nada en este mundo, tuvieron que hacerse a la idea de que no la verían nunca más. Llegaron a la conclusión de que se había encaramado a un punto tan alto, que había terminando alcanzando el Cielo. Siendo tan bonita, tan buena y tan graciosa, los ángeles quisieron que se quedara con ellos para siempre. Así había tenido que ser. Entonces, igual que dejó de ser María Laplaza para convertirse en María de los Tejados, la ciudad entera la reconoció como Santa María de los Tejados. 

El lugar en el que nací es igual que otros muchos lugares. Cuando algo va mal, la gente mira hacia arriba y pide ayuda. Pero mientras en otros sitios piden ayuda a Dios, allí le piden ayuda a ella.

(Escuchando: Kadavar - Doomsday Machine)