24/11/10

un plan mejor

La primera vez que Oliver Sonnenschein, uno de los mayores criminales de guerra, estuvo a punto de ser capturado, el techo de la habitación en la que se escondía se abrió y una bañera se precipitó sobre los miembros del servicio secreto. Pudieron esquivarla a tiempo, pero no consiguieron evitar que él escapara. Durante los siguientes 40 años, Sonnenschein cambió varias veces de país, de nombre, de peinado y hasta de cara, aunque la persecución nunca cesó. A pesar de las bañeras, los bancos de niebla repentinos, las vacas salidas de ninguna parte que aparecían en mitad de la carretera y de todos los demás contratiempos. Oliver Sonnenschein murió de viejo. Desprovisto de su verdadera identidad y a miles de kilómetros de su patria. Lo encontraron a las dos semanas en avanzado estado de descomposición. Como nadie reclamó su cuerpo, fue enterrado en una fosa común.

(Escuchando: Nine Inch Nails - Home)

19/11/10

la canción del verano

No es que me moleste,
pero me cansa.
Es como una de esas canciones
que al principio te hacen gracia,
pero terminas odiándola de tanto escucharla.
Y vosotros no paráis de poner la misma canción.
Una y otra vez.

(Escuchando: Jon Lajoie - I kill people)

10/11/10

250

...Y 250 entradas. Gracias una vez más a todos los que visitáis el blog. Sin vosotros esto no tendría ningún sentido.

(Escuchando: The Trammps - Disco Inferno)

8/11/10

hydro

Marina De La Fuente nació a principios de febrero de 1864 (Acuario, si crees en ese tipo de cosas). La última vez que la vi, me contó lo de la vacuna. De esto hace una semana, pero la encontré todo lo bien que puede estar una persona con 146 años. Me dijo que, aunque era verdad que había inventado aquella vacuna milagrosa, ésta nunca llegó a comercializarse. Siempre había tenido sus reservas y, en el último momento, se dio cuenta de que podía ser peligroso. Las probabilidades de que funcionase no eran demasiado elevadas y no quería defraudar a la gente, y las probabilidades de que funcionase la inquietaban por lo que pudieran acarrear. La presión de la compañía farmacéutica para la que trabajaba se lo puso difícil. Esa misma presión hizo que el producto saliera a la venta. Pero como he dicho, no fue una vacuna lo que se comercializó. Simplemente era agua. A partir de ahí pasó lo que todos sabemos y lo que ni los laboratorios Ribon ni Marina de la Fuente esperaban. El Hydro se convirtió en un éxito y la gente que lo consumía empezó a resistir mejor las enfermedades y a envejecer a un ritmo más pausado. Aunque, repito, se trataba simplemente de agua. Claro que eso no lo sabía nadie. En poco tiempo el consumo se masificó y aparecieron los hydroyonkis. Mientras todo esto sucedía, Marina de la Fuente siguió experimentando con el Hydro auténtico en ella misma. Me contó que había logrado sintetizar un remedio más o menos definitivo. Algo que creía que funcionaba de verdad. Pero aquello hacía mucho que carecía de sentido para ella; simplemente sentía la obligación de hacerlo. Ayer la encontraron muerta por una sobredosis de Hydro auténtico. Una sobredosis de vida, en definitiva. Y este botecito que tengo aquí, no es ni más ni menos que el resultado de sus 125 años de investigación.

(Escuchando: Placebo - The bitter end)

1/11/10

miedo

De pequeño era un niño muy miedoso pero, a la vez, sentía una gran curiosidad por muchas de las cosas que me atemorizaban. Si ponían una película de terror en la televisión, la veía hasta el final. La mayoría de las veces lo hacía porque, al estar paralizado por el miedo, no era capaz de levantarme del sillón. Después de una de estas películas, me pasaba una semana sin poder dormir. Una tarde de verano, cuando tenía trece años, mis amigos y yo estábamos jugando cerca de las vías del tren. Uno de ellos se acercó a la vía y nos llamó para que llegáramos a su altura. Cuando lo hicimos, vimos el cuerpo de un hombre completamente despedazado. Después de aquello, no volví a dormir bien hasta septiembre. Recuerdo perfectamente a mi abuelo durante esos meses. Lo había hecho muchas veces antes, pero mientras duró aquel verano, se quedó todas las noches al lado de mi cama. Al despuntar el día, vencido por el cansancio, finalmente me dormía. Después de eso el miedo se fue. Con el paso del tiempo desapareció por completo. Pero hará cosa de un año, me desperté en mitad de la noche y vi a mi abuelo sentado a mi lado. Lleva cinco años muerto. Aquella primera noche (mi abuelo ha seguido visitándome), el terror más absoluto volvió de golpe con toda la fuerza de los últimos años. Me tapé con la sábana y empecé a reírme de una forma descontrolada. Aquella reacción tan extraña, provocada por el pánico, me asustó todavía más y estuve a punto de perder el sentido de puro terror. Pasados unos minutos conseguí calmarme. Cuando eché un vistazo por encima de la sábana, mi abuelo se había ido. Tras esa noche hubo varias más. Él nunca hablaba, ni se movía, ni hacía nada. Se limitaba a mirarme en silencio con una sonrisa reconfortante. Las apariciones se sucedieron intermitentemente durante varios meses y, al final, aquella presencia volvió a recuperar el efecto tranquilizador que había ejercido en mí cuando era un chaval. Mi abuelo ha vuelto a ayudarme a superar el miedo. Y creo que esta vez es para siempre.

(Escuchando: Michael Jackson - Thriller)