La señora Comin era ya mayor y llevaba un tiempo haciéndose preguntas. Esto se intensificó cuando le diagnosticaron un cáncer terminal de pulmón. La mayoría de personas, por muy escépticas que sean, confían su alma a Dios en el instante de su muerte. La señora Comin no. La señora Comin, justo antes de morir, llegó a la conclusión de que la mera existencia de Dios era una estupidez. Cuando se despertó al otro lado, Dios la estaba observando. Le dijo: “Muy bien. En el último momento, pero has pasado la prueba.” Y extendió la mano enseñándole el Paraíso.
(Escuchando: Daft Punk - Rinzler)