Era mi diluvio, pero no mi barca por lo que parece. Puedo hacer llover, eso a estas alturas ya les ha quedado claro, pero nunca dije que pudiera hacer que parase. Les advertí de lo peligroso que podía resultar el valle. Ayer vi cómo todos se alejaban remando y yo sigo en el tejado del hotel. Al menos pude preparar una especie de refugio con un trozo de lona. Sólo me queda mi Biblia, un poco de comida y, bueno, no creo que muera de sed. Si encuentras esta botella, digamos que es muy urgente. Que Dios les perdone, porque yo no voy a hacerlo.
(Escuchando: Facto Delafé y Las Flores Azules - El Monstruo de Las Ramblas)
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