Ordenaron colocarle una venda en los ojos ante la desolación de la multitud que se había congregado alrededor del muro. Sabían que no era el responsable, pero había que culpar a alguien. No opuso resistencia. En parte porque si el pueblo quería un mártir, él estaba dispuesto a dárselo. En parte porque, aunque no tenía nada que ver con la muerte de la farmacéutica, diez años atrás había torturado, violado y despedazado a siete niños. Nadie sospechó entonces que fuera el autor de una atrocidad semejante. Siete por uno, pensó. Es justo. Y abrió los brazos a las siete balas que iban a enviarle directamente al Infierno.
(Escuchando: Daft Punk - Fresh)
2 comentarios:
¿Qué digo para no repetirme?...
Que me gustó mucho... suena a poco dicho así, ya. Mencionamos que dejar sin palabras es algo positivo, sí?
Saludos!
Muchas gracias, India. Intentaré seguir haciéndolo. Dejarte sin palabras. Con palabras.
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