—¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!
Suficiente. Ésa era la última vez que aquella hedionda masa adiposa a la que había amado le ninguneaba. La última vez que la cruel mujer que vivía en el sofá rodeada de restos de comida le faltaba al respeto. Fermín fue a por su caja de herramientas, sí, aunque con intención de coger una llave inglesa lo suficientemente grande como para partirle el cráneo en dos de un solo golpe. Armado y resuelto, atravesó el pasillo, pero antes de llegar a desembocar en el salón, hizo una paradita en el baño para ver qué le pasaba a la cisterna.
(Escuchando: Beastie Boys - Putting shame in your game)
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