Como tantas veces había hecho de niño, el Señor Gris se mete debajo de la mesa camilla del salón, y allí, acurrucado, se siente bien. A salvo. Pasa las manos por su traje y por su corbata y se tranquiliza. Lo hace muy a menudo. Cuando sale, ya está preparado para enfrentarse a cualquier cosa. A su mujer, a un cliente particularmente quisquilloso. A la autoridad. Y si en algún momento flaquea, no tiene más que pasarse la mano por el traje y acordarse de su mesa camilla. No es el único. Puedes ver a un montón de ejecutivos acariciando sus corbatas cada día.
(Escuchando: Las Buenas Noches - El Fin del Mundo)
8 comentarios:
Excelente punto de vista acerca del stress ejecutivo. Al protagonista lo forza a contemplarse en un marco potencialmente peor para decidir aceptar su condición y manejarla.
Buena imagen, Budo.
No volveré a mirar igual a nadie que se mese la corbata...
Saludos
Gabriel
¿Es como un regreso al útero? ¿Bajo una mesa camilla? Es muy original...
¡Vaya imagen: un señor de gris bajo la mesa camilla! ¡uff!
Muchas gracias a los cuatro. Montse: por ahí, por ahi van los tiros ;-)
:)
Budito, no te creas que mi silencio significa que no te siga. Fiel a tus joyas, nunca me decepcionas. Genio!
Gracias, hombre. Algún día podré pagarte en rodio todas estas alabanzas tan injustificadas y amables.
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