Son las doce horas, un minuto y quince segundos del seis de octubre de dos mil once. La semana pasada le compramos a Ana una casa de muñecas. La niña estaba encantada con el regalo, sin embargo, al tercer día dejó de jugar con ella. Decía que escuchaba voces y que los muebles del salón se movían. Naturalmente, ni su madre ni yo nos lo creímos. Hasta que pudimos ver cómo caía un armario en el dormitorio principal. Ayer la quemamos en el jardín, pero la casa ha vuelto a aparecer. Y me ha parecido un poco más grande. La he medido. Ahora sé que lo es.
(Escuchando: Ornamento y Delito - Bono es Dios)
5 comentarios:
Uyuyuy, esta casa no puede ser nada bueno.
Bessitos
Que yuyu!!!
Me ha gustado mucho Budosón.
Besos desde el aire
Debe ser por el espíritu de la vieja Barbie.... :) Muy bueno.
Escalofriante... Si es que las muñecas, como los payasos, siempre han tenido algo siniestro!
Ahora estaba pensando en el juego que podría dar un cementerio indio portátil, un pequeño pedazo de tierra maldita para poner donde más convenga. Fenómenos paranormales a pequeña escala, rarezas acotadas.
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