“Qué desgracia, todo me tiene que pasar a mí.” En esto pensaba Grigori Lébedev una tarde mientras esperaba a que el camarero le trajese un café. Como el camarero tardaba, Grigori se había puesto a pensar. Y tanto tardaba, que Grigori llegó a la conclusión de que él mismo era un peligroso asesino en serie. ¿Por qué no? El mundo estaba repleto de ellos. Cuando por fin apareció el camarero, tropezó y derramó sobre los pantalones de Lébedev todo el café caliente, sacándole de su ensimismamiento. Éste le tranquilizó y le dijo que no pasaba nada, que no se preocupase. Mientras el camarero volvía con otro café y algo para limpiarle, Grigori Lébedev siguió con lo suyo. Pensó que seguramente sería capaz de controlar sus instintos homicidas, como había hecho hasta ahora, y que en ese caso, lo más natural es que no tuviera ningún problema en el futuro.
(Escuchando: Eisbrecher - Mehr Licht)
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4 comentarios:
Bravo. Buenísimo maestro.
Muchas gracias, hombre. Muy amable.
Jajajajajajaj ¡qué bueno! Así es, todos somos un asesinos en potencia, lo que nos distancia del resto es nuestra capacidad para controlarnos....
Jeje. Me alegro de que te haya gustado, muchacho. Sí, todos tenemos un asesino perezoso esperando el momento oportuno :-)
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