Roy Cleveland Sullivan nace el 7 de febrero de 1912 en Greene County, Virginia. Cuando tenía ocho años, una tarde en que estaba ayudando a su padre en el campo, se desató una fuerte tormenta eléctrica. Quiso la providencia que un rayo fuera a caer sobre el padre del muchacho, que estaba manejando una hoz. Ambos salieron ilesos. Aquí empieza la historia.
Veintidós años después, Roy trabajaba como guardabosques en el Parque Nacional de Shenandoah, muy cerca de su lugar natal. Un día, temeroso de una tormenta que se aproximaba, decidió refugiarse en la torre de vigilancia del parque. Lo que él creyó que era una buena idea, no lo fue tanto, pues un rayo impactó en él y salió por el dedo gordo de su pie arracándole la uña. Según sus propias palabras, éste fue el peor de todos los percances que estaban por venir. En julio de 1969, Sullivan conducía su pick up por una carretera de montaña. ¿Qué probabilidad podía darse de que otro rayo entrara por la ventanilla y le alcanzase? En cualquier caso, eso fue lo que sucedió. Perdió sus pestañas, sus cejas y, en definitiva, la mayoría de su pelo. Y tuvo suerte, porque se quedó sin conocimiento y el vehículo terminó parando al borde de un precipicio. Su particular relación con las descargas eléctricas no había hecho más que empezar. Sólo un año después, un rayo le produjo quemaduras importantes en un hombro mientras estaba en la puerta de su casa. Dos años más tarde, la electricidad volvía a cebarse con él. A partir de entonces, decidió llevar siempre consigo una cantimplora con agua, para poder atender las quemaduras en un primer momento. No se había recuperado de este último incidente, cuando el quinto rayo descargó toda su energía sobre la cabeza del guardabosques, chamuscándole una vez más el cabello.
En junio de 1974, ni siquiera doce meses después de ese quinto rayo, Sullivan estaba paseando con su mujer por el campo. Por aquel entonces, sus compañeros de trabajo procuraban pasar el mínimo tiempo posible a su lado. Por lo que pudiera suceder. Roy no llevaba muy bien que le llamaran el "pararrayos humano". En mitad del paseo, la pareja vio una sospechosa nube oscura. Sullivan, escarmentado, echó a correr para alejarse de su mujer y poder ponerse a salvo. Consiguió salvar a su mujer, pero no le dio tiempo a guarecerse. Esta vez la descarga afectó a su tobillo. A pesar de todo, sobrevivió, como de costumbre. Paradójicamente, en otra ocasión, su mujer se encontraba tendiendo la ropa. Él la acompañaba. En este caso fue ella la que resultó herida por un rayo. Por suerte, el accidente no fue demasiado grave. Después de aquello, ni su mujer quería acompañarle en ninguna actividad al aire libre así que, en junio de 1977, Roy cogió una barca y se fue a pescar al lago del parque. Sí. Otro rayo cayó sobre él, entrando por la cabeza y recorriendo el pecho y el estómago. Tuvo que ser hospitalizado pero tampoco murió a consecuencia de esto. Es más, antes de ser trasladado al hospital, volvió a su furgoneta y todavía tuvo tiempo de ahuyentar con una rama a un oso que intentaba robarle el pescado.
Aquel fue el último rayo. Cansado de su particularidad y de que la gente no quisiera acercársele, Roy Sullivan se disparó en el estómago con su arma reglamentaria en 1983. Tenía 71 años.
(Escuchando: Black Sabbath - Children of the Sea)
No hay comentarios:
Publicar un comentario