Por cada imbécil que se acerca a la barra
y te dice algo,
hay otros dos tíos
que te están mandando mensajes telepáticos desde la oscuridad
porque se no atreven a decirte nada.
Me acerco a dejar una botella de cerveza vacía
y oigo cómo,
después de quitarte de encima
al enésimo subnormal de la noche,
concluyes
que todos los tíos son gilipollas.
Mientras vuelvo al fondo,
trato de convencerte de lo equivocada que estás.
Telepatéticamente.
(Escuchando: BRMC - 1:51)