29/4/10

hasta que decidimos volver a colgarla en la pared

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared, pasaron todo tipo de cosas. Presencias extrañas, sombras, ruidos inexplicables, muebles que cambiaban de lugar. Lo típico. A mi tío le gustaba que todo estuviera en su sitio. Especialmente aquella cabeza reducida. La casa empezó a hacerse popular en el barrio y vino incluso la televisión. Ella no aguantaba todo aquello, por eso la colgamos otra vez. Se acabaron los fenómenos paranormales, pero también las visitas. Ahora que me ha dejado, me he deshecho de la cabeza para siempre. Qué demonios. Esta casa es muy grande para mí solo y no soy muy bueno haciendo amigos.

(Escuchando: Massive Attack - Psyche)

26/4/10

las noticias de la carpeta con el símbolo de playboy: a kind of magic

Cosas del destino. La historia tuvo lugar hace exactamente 4 años. Sí, lo sé: la foto da cosa.

(Escuchando: Amy Dorfman - Minuette in G from Anna's Magdelena's Notebook)

22/4/10

logica r44 plus

Cuando un grifo envejece,
se estropea,
y no funciona,
hay que cambiarlo por uno nuevo.
Nosotros somos como esos grifos.
Pasamos por los cuartos de baño
y llega el día en que
dejamos sitio a los que vienen detrás.
Todavía habrá algún idiota
de los que les gusta conservar los grifos antiguos
porque son retro
o vintage
o no sé qué,
que dirá
cuando se quede con uno de ellos en la mano:
Bah, ya no se hacen como los de antes.

(Escuchando: Andrea Parker - Breaking the code)

14/4/10

mañana va a llover

-Mañana va a llover.
Sebastián se sentó en la cama. Jadeaba en la oscuridad.
-Aha…-murmuró su mujer.
Ese tipo de sueños proféticos se venían repitiendo desde hacía tiempo. Y aunque al día siguiente llovió, también hubo un golpe de estado en Sudamérica, un terremoto en Japón y un suicidio en su propia calle. Seguramente nunca podría salvar el mundo, pero Sebastián era capaz de planificar un día de playa con el tiempo necesario.

(Escuchando: Johnny Hollow - This Hollow World)

8/4/10

seguimos sin hablarnos

Seguimos sin hablarnos. Ya hace un mes que estamos así. Ella nunca ha sido muy comunicativa, pero un día, de buenas a primeras, dejó de dirigirme la palabra. Y no tengo ni idea de por qué. A pesar de todo, al principio seguíamos haciéndolo por la noche; resultaba bastante… raro. Eso se acabó. Ya no me deja tocarla. Como nunca contestaba a mis preguntas, yo también dejé de hablarle. Hasta hoy. Hoy le he dado un ultimátum y se ha quedado pensándoselo en la cama: o me dice qué coño está pasando o la devuelvo a Japón en su caja.

(Escuchando: Chemical Brothers - Escape Velocity)

7/4/10

compañeros de piso (y III)

Para cuando volví de vacaciones lo de Ester se había ido a la mierda. Ésa era la parte negativa de Ester. No había sido complicado encontrarla. Llegó un momento en que sólo hablaba de David. Cualquier cosa le recordaba a él y me echaba en cara que sacara ciertos temas cuando hablábamos porque, según ella, estaban relacionados con él y yo estaba jugando a volverla loca. Entonces me di cuenta de que era ella la que se estaba volviendo loca a sí misma y decidí que lo mejor para todos sería no volver a vernos. Una auténtica lástima.

Eres lo que comes. El viejo dicho. Según eso, David puede ser considerado alguien bastante especial. Desde septiembre he visto desfilar por la mesa de la cocina todo tipo de sobras. Desde comida persa hasta algún que otro intento de tarta de chocolate. Pasando por platos más o menos elaborados que algo me dice que no preparaba él. Eso sí, nada de fruta. Algún zumo, pero nada más. Al principio pensaba que no quería que se le estropease, teniendo en cuenta el poco tiempo que pasaba en casa. Luego descubrí que ni siquiera compraba fruta en conserva. Por la frecuencia con que se ensuciaban los platos y por los cambios más o menos regulares que se producían en el frigorífico, también descubrí que pasaba más tiempo en casa de lo que parecía. Desde el principio quiso que tuviera claro que podía coger cualquier cosa que me apeteciera.

Durante estos meses me he encontrado con mucha gente que conocía a David. Gente de la universidad, la casera, el chino que reparte comida por nuestra zona, el camarero del bar de enfrente, algún vecino. Todos me han ayudado a seguir armando el puzzle. Estudiante mediocre pero simpático aunque algo liante, un inquilino que no da problemas y paga a tiempo, gran consumidor de sopa Wan –Tun, fumador de Lucky, un chico educado… Acabo de recordar una cosa. Me parece que fue a mediados de diciembre. Una tarde bajaba corriendo por las escaleras porque llegaba tarde a un examen y me crucé con alguien que subía. Creo que ni siquiera le saludé. Ya en la universidad me vino a la cabeza y todavía hoy sigo pensando si sería él. Nunca se lo he llegado a preguntar. Ahora son las 5.37 de mi último día en este sitio. Hace rato que es 13 de febrero. Estoy algo borracho. David me dijo que lo arreglaría para pasarse por aquí y despedirse. Suena divertido, lo sé. Por eso compré varias botellas de cerveza, pero sospechaba, creo que con motivo, que terminaría bebiéndomelas yo. Es extraño. A pesar de todo, creo que he llegado a conocerle. A conocerle de verdad. Y tengo claro que si no llega a ser por él, mi estancia aquí habría sido mucho más complicada.

(Escuchando: Migala - El tigre que hay en ti)

6/4/10

compañeros de piso (II)

David no estaba, pero la chica sí. Estaba en pijama y estaba muy buena. Más que eso. Era muy guapa. Por la forma de mirarme, de sujetar la taza de café, por la ropa que llevaba y cómo la llevaba, antes de que abriese la boca ya sabía que era inteligente, culta, divertida, alegre y todo lo demás. Evidentemente, también sabía que tenía que compensar todo eso con algo negativo de verdad. Para empezar, podía ser la novia de mi compañero de piso fantasma. Pero no lo era. Se conocían de la universidad (había olvidado una cosa: cuando no trabajaba, David iba a la misma universidad que yo) y habían pasado la noche juntos. Nada más por el momento. Después de desayunar, se duchó, recogió sus cosas y se fue. Le había caído bien. Se llevó el primer disco de los Fugitivo Lovers, así que, en teoría, íbamos a volver a vernos.

A los pocos días nos encontramos. Yo iba al master y ella salía de clase. No había faltado ningún día, pero me reservaba algunas ausencias para momentos como ése. Fuimos a tomar algo y las pistas que me podían haber ayudado a presagiar lo que estaba por venir, empezaron a manifestarse. No podía verlas en ese momento, está claro. Hablamos de música, pasamos a tribus urbanas y terminamos, no sé muy bien por qué, hablando de todos los tipos de envases de plástico que conocíamos. Cuando la conversación está lanzada, el tema es lo de menos. También hablamos de David. Para entonces yo ya había rastreado casi toda su habitación. Por curiosidad, desde luego, pero también por explorar el piso. Por comparar las habitaciones y por aburrimiento. No había encontrado ninguna foto suya y, en realidad, pocas cosas que lo definieran. Era un lugar de paso. Algo de ropa, apuntes, y un libro de arquitectura. El libro no sé hasta que punto cuenta porque era de ella. Por cierto, se llamaba Ester. Aquella tarde terminó pronto, pero la siguiente vez que nos vimos, yo terminé en su casa.

Ester vivía con su hermana. La verdad es que no hay nada que decir de su hermana, así que no tiene demasiada importancia. Pasé la mayor parte de diciembre durmiendo en su casa. Ella no era partidaria de venir al piso porque no quería volver a ver a David. Yo le decía que si no quería volver a verle, el mejor sitio del mundo era nuestro piso, pero a ella no le hacía gracia. No había vuelto a saber nada de él y no le cogía el teléfono. Decía que no le importaba (y yo estaba convencido de que no debía importarle demasiado), pero el caso es que cada vez hablaba más de él. David había vuelto a casa de sus padres un poco antes para pasar las vacaciones de Navidad; me había dejado una nota, pero no estaba obligado a decírselo. No entendía por qué no le cogía el teléfono, pero tampoco podía entender porque ella estaba cada vez más obsesionada con él.

(Escuchando: Burial - Untrue)

5/4/10

compañeros de piso (I)

Llegué aquí en septiembre. No tuve que mirar muchos pisos, porque en cuanto vi éste me convenció. Había hablado con David por teléfono, pero fue su hermano quien me lo enseñó. Él andaba especialmente ocupado esa semana. Enseguida me di cuenta de que David andaba especialmente ocupado siempre.

Pasé los primeros días liado, rellenando un montón de papeles en la universidad, consiguiendo mil tarjetas y conociendo un poco la ciudad. Paseando por ella, a mi aire. El tiempo que tenía libre lo rellenaba organizando mi habitación. No sé quién estuvo en ella antes que yo, pero digamos que su forma de colocar los muebles era desquiciantemente aleatoria. Seguramente violaba todas las leyes que se pueden violar en el Feng Shui. No coincidimos esa semana. Más tarde me dijo que en realidad sí habíamos coincidido. Que una de las primeras noches me encontró dormido en el sofá y que le pareció mal despertarme para presentarse. Íbamos a compartir piso durante seis meses, ya habría tiempo de conocerse.

La casa me gustó. Me pareció grande, bien situada y no tenía problema de ruidos, humedades o vecinos conflictivos. Cuando has pasado por varios pisos, valoras no encontrarte con vecinos chiflados. El barrio me gustó. La universidad me gustó. La ciudad me gustó. Pero seguía, no estrictamente pero sí en la práctica, viviendo solo. David y yo no nos habíamos encontrado todavía. Durante ese mes le llamé algunas veces para preguntarle sobre cosas referentes al piso. Parecía buen tío. Un día volví a recoger una libreta que había olvidado y escuché un ruido en el baño. Se estaba duchando. Le saludé a través de la puerta pero no me oyó. Grité preguntándole si nos veríamos esa noche, pero el ruido del agua y la madera de la puerta ahogaron mis palabras. Tenía el tiempo justo para volver a clase, así que tuve que marcharme.

En octubre pasó algo. Una noche me desperté de madrugada y creí oír voces a través de la pared. Voces y lo que no eran exactamente voces. Lo que yo no degradaría al término voces. David estaba en la habitación de al lado con una chica. Un momento perfecto para que nos conozcamos todos, pensé sonriendo. Pero opté por rodear mi cabeza con la almohada y me quedé dormido sorprendentemente rápido. Por la mañana, el sonido de alguien preparando el desayuno en la cocina me devolvió al mundo real. Mis oídos se habían sensibilizado mucho. Salí rápidamente de la cama y me vestí con la ropa del día anterior. Por fin había alguien en casa. Cuando llegué a la cocina, aturdido, despeinado y con los ojos hinchados me encontré con algo que no esperaba. Con algo que no habría esperado ni en uno de esos días en los que todo, por el motivo que sea, sale milagrosamente bien.

(Escuchando: The Sisters of Mercy - Amphetamine Logic)