la campana de huesca

En el año 1134 muere sin dejar descendencia Alfonso I el Batallador. El Reino de Aragón queda en manos de su hermano, Ramiro II el Monje, un tipo al que, por lo visto, no se le daban especialmente bien los asuntos militares ni tenía muy claro cómo desempeñar su recién estrenado gobierno. Además, en aquellas fechas la nobleza aragonesa andaba particularmente revuelta. Por todo esto parecía buena idea enviar un emisario al monasterio francés de San Ponce de Tomeras, para que el abad, antiguo maestro de Ramiro, le diera algún consejo. Éste condujo al mensajero al huerto, y sin decir absolutamente nada, fue cortando las rosas (la planta varía según las versiones) que sobresalían por encima del resto. Omitiendo cualquier explicación, le envió de vuelta y le dijo que reprodujera lo que acababa de ver cuando se encontrara con el monarca. El Monje comprendió enseguida. Mandó llamar a la nobleza con la excusa de la fabricación de una campana colosal que se oiría por todo el reino. No había ninguna campana. Los asistentes fueron decapitados uno a uno conforme iban entrando por la puerta de una de las estancias del Palacio Real (concretamente la sala que aparece en la foto). Esto debió de reducir bastante el ambiente revolucionario y Ramiro II pudo reinar sin demasiadas preocupaciones hasta 1137.

Como en toda buena leyenda, no se conservan pruebas históricas de que las cosas sucedieran de esta manera. De hecho, Heródoto ya hablaba de un acontecimiento (que puede encontrarse en obras de otros autores grecolatinos), en el que la escena del huerto entre el mensajero y el maestro se desarrolla de forma idéntica. Por otra parte, es verdad que en 1136, Ramiro II el Monje tuvo algunas desavenencias con varios nobles que “se saltaron” el tratado de paz que el rey había firmado con el gobernador musulmán de Valencia y Murcia. Fueron ejecutados.

(Escuchando: Kraftwerk - Kometenmelodie 1)