4/8/09

centralia

Existe un lugar en el noreste de EEUU llamado Centralia. Originalmente, a mediados del siglo XIX, no era más que una taberna, pero alrededor de ella se fue desplegando un asentamiento que llegó a alcanzar los mil habitantes. Antes de que ocurriera el incidente, Centralia tenía varias escuelas, siete iglesias, cinco hoteles, dos teatros, tiendas y todo lo demás. Después, nada. Ni dirección postal.

En 1962 se prendió fuego a unos residuos bajo el suelo del pueblo, en una de las grandes minas de carbón de las que vivía buena parte de la población. Aquello se convirtió en un incendio descontrolado de cuya magnitud no se tendría noticia hasta tiempo después. Mucho tiempo después. Fue en 1981, cuando los gases acumulados en el subsuelo terminaron por abrirse camino hasta la superficie, formando una grieta que engulló a un chico de doce años. Habían pasado veinte años y el fuego seguía activo. El Gobierno estimó que lo más prudente era reubicar a los habitantes, pues aunque las llamas se encontraban a más de un kilómetro de profundidad, los gases expulsados al exterior eran altamente tóxicos.

Hoy en día casi no quedan edificaciones en Centralia. La vegetación más resistente lo ha invadido todo y hay algunos puntos tan calientes, que uno puede ver cómo prende una cerilla colocándola sobre el suelo. Sólo un puñado de familias se resistieron a dejar sus casas y siguen viviendo allí. Según las previsiones, la mina subterránea contiene combustible como para que el fuego siga ardiendo durante 250 años. Como mínimo.

(Escuchando: Lou Reed - Coney Island Baby)

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