El momento exacto en que la vida de Guillermo Tobías se convirtió en algo parecido a una película mal bajada de Internet tuvo lugar en el metro. Iba pensando en sus cosas, como cada día, camino del trabajo, cuando escuchó a una chica hablar por el móvil. Estaba frente a él. No cabía sospechar que no fuera ella la que hablaba pero, un momento, un momento. El movimiento de sus labios no se correspondía con lo que decía. Qué curioso. Guillermo Tobías no se sorprendía fácilmente; ante aquello accedió a desconcertarse un poco. Enseguida encontró la explicación, a pesar de lo cual el tema no dejaba de ser ciertamente singular. El sonido avanzaba por un curso, levemente adelantado. Las imágenes por otro, ligeramente rezagadas. No sólo ocurría con la chica del teléfono móvil, se daba en todo el vagón. Igual que en una película mal bajada de Internet.
A lo largo de la mañana, en la oficina, el fenómeno se agudizó progresivamente. Como no tenía claro que sus compañeros no fueran a tomarle por loco si exponía su situación, se limitó a comportarse con normalidad. Siempre se comportaba con normalidad. Aquel día no tenía por qué ser una excepción. Y eso que para la hora de comer ya estaba empezando a oír los acontecimientos que iban a sucederle por la tarde, cosa que, quieras que no, siempre trastoca. Sobre todo si de lo que te enteras es de cómo te deja tu novia mientras tú intentas explicarle que tus receptores internos se han desacompasado de repente. Esto último lo dedujo por la reacción de ella. Él ni siquiera se escuchaba a sí mismo. Sólo era el espectador.
Guillermo y su novia habían quedado al salir de trabajar. Nada más verla, le adelantó que sabía exactamente lo que iba a decirle.
—Sé exactamente lo que vas a decirme. Lo sé porque ya me lo has dicho. Creo que ha sido a las 14.37h.
Guillermo era muy meticuloso para casi todo. Especialmente para lo concerniente a las horas y los horarios. Su novia no entendía nada, como es natural.
—Mira, tú puedes oírme pero yo no tengo ni idea de lo que estás diciendo. Me parece que me has provocado un trauma. Me parece que lo que estás haciendo ahora conmigo me ha producido tal estrés que mis canales de imagen y sonido se han desencajado. Eso ha debido generar una onda que se ha expandido hacia esta mañana en el pasado y hacía quién coño sabe cuándo en el futuro.
Aunque intentó hacerse entender contándole lo que le pasaba, ella seguía sin comprender. Bastante raro es ya de por sí dejar a alguien como para que encima te vengan con ésas.
—No voy a seguir hablando. Tengo que irme. Si quieres añadir lo que sea, llámame esta noche. Estaré en casa viendo Tetsuo. Sé que estaré viéndola porque la estoy escuchando ahora mismo. Créeme, es jodido que te dejen mientras suena el tema pricipal de Tetsuo.
—Sé exactamente lo que vas a decirme. Lo sé porque ya me lo has dicho. Creo que ha sido a las 14.37h.
Guillermo era muy meticuloso para casi todo. Especialmente para lo concerniente a las horas y los horarios. Su novia no entendía nada, como es natural.
—Mira, tú puedes oírme pero yo no tengo ni idea de lo que estás diciendo. Me parece que me has provocado un trauma. Me parece que lo que estás haciendo ahora conmigo me ha producido tal estrés que mis canales de imagen y sonido se han desencajado. Eso ha debido generar una onda que se ha expandido hacia esta mañana en el pasado y hacía quién coño sabe cuándo en el futuro.
Aunque intentó hacerse entender contándole lo que le pasaba, ella seguía sin comprender. Bastante raro es ya de por sí dejar a alguien como para que encima te vengan con ésas.
—No voy a seguir hablando. Tengo que irme. Si quieres añadir lo que sea, llámame esta noche. Estaré en casa viendo Tetsuo. Sé que estaré viéndola porque la estoy escuchando ahora mismo. Créeme, es jodido que te dejen mientras suena el tema pricipal de Tetsuo.
Guillermo llegó a su casa y echó un vistazo al periódico. Efectivamente, ponían Tetsuo en el Canal 25. No es que a esas alturas albergara alguna duda, simplemente quería comprobar a qué hora empezaba para no perderse el principio. Ya había oído que no iba a perdérselo, pero cuando alguien es cuidadoso hasta el límite en que Guillermo Tobías lo era, lo es en cualquier circunstancia. Bajó al supermercado y compró algo para cenar mientras dejaba de percibir cualquier tipo de estímulo auditivo. Eso debía significar que dentro de unas horas estaría dormido. Y que su novia (a partir de ahora su ex novia, por lo visto) no había llamado. Aquella noche se iría a la cama antes de lo habitual. Sí, necesitaba descansar. El desajuste probablemente se le pasaría durmiendo entre 7 y 8 horas. Las que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
(Escuchando: Melissa Auf der Maur - The Key)
1 comentario:
Me dejas con las ganas de saber qué pasa al día siguiente.
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