Desde la habitación de su hermanita podía ver a Marta Gutiérrez, la tía más buena del instituto, entrenar en el polideportivo.
—¿Por qué tenemos que estar siempre aquí jugando con las muñecas?
—Porque es divertido —contestó él sin dejar de mirar por la ventana.
—Las muñecas son para las niñas. ¿No podemos jugar a fútbol en el jardín?
—No.
La cría, mirándole de hito en hito, le preguntó muy seria:
—Víctor, tú no serás una niña, ¿verdad?
Pensando en los beneficios de compartir vestuario en clase de gimnasia con la Gutiérrez, Víctor suspiró.
—Ojalá, Irene. Ojalá.
—¿Por qué tenemos que estar siempre aquí jugando con las muñecas?
—Porque es divertido —contestó él sin dejar de mirar por la ventana.
—Las muñecas son para las niñas. ¿No podemos jugar a fútbol en el jardín?
—No.
La cría, mirándole de hito en hito, le preguntó muy seria:
—Víctor, tú no serás una niña, ¿verdad?
Pensando en los beneficios de compartir vestuario en clase de gimnasia con la Gutiérrez, Víctor suspiró.
—Ojalá, Irene. Ojalá.
(Escuchando: Tumba Swing - Rabat)
1 comentario:
Éste es un pensamiento constante, las desnudas jamás abandonan el interior de nuestro cráneo ni la creación del esquema para tenerlas al lado.
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