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"Los bailarines son los atletas de Dios." (Albert Einstein)
La bailarina salió a escena una noche más. Su cara era inexpresiva y sus ojos mostraban un cansancio evidente, pero no quería defraudar a un público que esperaba tanto de ella. Sería una actuación insuperable. Así, en unos pocos minutos había conseguido abstraerse casi completamente del mundo exterior y se sumergía más y más profundamente en los complicados movimientos de aquella danza que su cuerpo conocía tan bien. El espectáculo avanzaba hacia su desenlace acrecentándose en cada giro, en cada paso, la pasión de la bailarina. Cerca ya del final, sus miembros se convulsionaban rapidísimamente mientras su cara era una pura contracción. De repente, ante el asombro de los asistentes (algunos gritaron, otros se levantaron de las butacas para asegurarse) la bailarina desapareció. ¡Había alcanzado el momento sublime!
(escuchando: Depeche Mode - John the Revelator (unkle re-construction)