Elvis Aaron Presley está derrumbado sobre la mesa de la cocina, la cabeza en el plato que tres minutos antes contenía un sándwich (el favorito del Rey) a base de mantequilla de cacahuete, miel, plátano y beicon. Su nuevo cuerpo sintético se encuentra dispensado de los imperativos alimenticios comunes, pero él no lo sabe aún. Levanta la mano en un gesto que Víctor no es capaz de interpretar y la deja caer de nuevo, así que Víctor sale de casa lamentándose de su suerte.
142 años antes de eso, la Memphis Mafia consiguió rescatar el cerebro de Elvis en el momento previo a su entierro. Durante un tiempo pasó de uno a otro de los miembros de confianza de Presley permaneciendo oculto. Hasta ahora.
El tío de Víctor, Bill, un fontanero de Tulsa, conoció a la tía de Víctor mientras ambos veraneaban en Estepona. Los dos se enamoraron y Bill vino a vivir a España. Como Víctor ha descubierto 24 horas atrás, con él, en calidad de heredero de la Memphis Mafia y depositario último, vino también el cerebro de Elvis. Al resto de sucesores de los yes men originales España les pareció una localización perfecta para llevar a cabo su propósito.
La reactivación del cerebro de Elvis dentro de un organismo artificial desarrollado durante cerca de una década por Bandai iba a producirse durante la noche de ayer en el garaje de Bill y Margarita, pero una filtración precipitó el traslado del equipo de animación al piso de Víctor. En otras circunstancias, Víctor no habría tenido mayor problema con el imprevisto, siendo como es un tipo con inquietudes y abierto a nuevas experiencias (tal vez estemos en 2119, pero ciertas cosas continúan sin ser habituales). Todo habría sido de otra manera si no hubiera quedado precisamente anoche con María la de recursos humanos, después de siete meses tras ella.
El verdadero motivo que impulsa a Víctor a bajar las escaleras de casa compungido por su habitual mala fortuna es lo que le ha contado a María: la verdad, ni más ni menos. Si esto fuera un guión dirigido por, por ejemplo, Joe Dante, María la de recursos humanos, la de los encantadores hoyitos alrededor de la boca cuando sonríe, habría reaccionado con un enfado momentáneo ante la anulación de la cita, pero en un par de días descubriría que Víctor no mentía, y los tres, Víctor, María y Elvis, se verían involucrados en toda suerte de fabulosas aventuras, culminando la cosa en una boda oficiada por su rockera majestad. Como no lo es, María le ha mandado a tomar por culo (en realidad le ha venido muy bien, porque Víctor será muy de decir la verdad y muy abierto a nuevas experiencias, aunque también es un poco tonto y pesado como él solo, y a ella quien le gusta de veras es Martín el de finanzas).
Sentado en un banco del parque, Víctor rumia su pesar con una bolsa de Apetinas del chino. Se consuela pensando que con María ya no, pero quizá, ahora que van a ser compañeros de piso, con la tataratataranieta de Elvis que salió el otro día por la tele y también tiene unos hoyuelos muy graciosos…
Este relato fue escrito para el fanzine Ilustres héroes del rock. Puedes pedirle una copia a Adi.
142 años antes de eso, la Memphis Mafia consiguió rescatar el cerebro de Elvis en el momento previo a su entierro. Durante un tiempo pasó de uno a otro de los miembros de confianza de Presley permaneciendo oculto. Hasta ahora.
El tío de Víctor, Bill, un fontanero de Tulsa, conoció a la tía de Víctor mientras ambos veraneaban en Estepona. Los dos se enamoraron y Bill vino a vivir a España. Como Víctor ha descubierto 24 horas atrás, con él, en calidad de heredero de la Memphis Mafia y depositario último, vino también el cerebro de Elvis. Al resto de sucesores de los yes men originales España les pareció una localización perfecta para llevar a cabo su propósito.
La reactivación del cerebro de Elvis dentro de un organismo artificial desarrollado durante cerca de una década por Bandai iba a producirse durante la noche de ayer en el garaje de Bill y Margarita, pero una filtración precipitó el traslado del equipo de animación al piso de Víctor. En otras circunstancias, Víctor no habría tenido mayor problema con el imprevisto, siendo como es un tipo con inquietudes y abierto a nuevas experiencias (tal vez estemos en 2119, pero ciertas cosas continúan sin ser habituales). Todo habría sido de otra manera si no hubiera quedado precisamente anoche con María la de recursos humanos, después de siete meses tras ella.
El verdadero motivo que impulsa a Víctor a bajar las escaleras de casa compungido por su habitual mala fortuna es lo que le ha contado a María: la verdad, ni más ni menos. Si esto fuera un guión dirigido por, por ejemplo, Joe Dante, María la de recursos humanos, la de los encantadores hoyitos alrededor de la boca cuando sonríe, habría reaccionado con un enfado momentáneo ante la anulación de la cita, pero en un par de días descubriría que Víctor no mentía, y los tres, Víctor, María y Elvis, se verían involucrados en toda suerte de fabulosas aventuras, culminando la cosa en una boda oficiada por su rockera majestad. Como no lo es, María le ha mandado a tomar por culo (en realidad le ha venido muy bien, porque Víctor será muy de decir la verdad y muy abierto a nuevas experiencias, aunque también es un poco tonto y pesado como él solo, y a ella quien le gusta de veras es Martín el de finanzas).
Sentado en un banco del parque, Víctor rumia su pesar con una bolsa de Apetinas del chino. Se consuela pensando que con María ya no, pero quizá, ahora que van a ser compañeros de piso, con la tataratataranieta de Elvis que salió el otro día por la tele y también tiene unos hoyuelos muy graciosos…
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Este relato fue escrito para el fanzine Ilustres héroes del rock. Puedes pedirle una copia a Adi.