Una chica muy joven, apenas una niña, se te acerca en una calle concurrida. Tiene aspecto de estar en segundo de Derecho y de acabar de perder la virginidad. Lleva una carpeta con el símbolo de una ONG, una cualquiera, en realidad no importa.
—¡Hola! —sonriendo como si de su sonrisa dependiera el perdón de un pelotón de fusilamiento.
—¿Has oído hablar de nosotr
—Shhh… —pones la yema tu dedo índice sobre sus labios. Tomas su brazo suavemente. Le susurras al oído:
—No pierdas tu tiempo con alguien al que le quedan dos semanas de vida.
Acaricias su mejilla con el dorso de la mano. Caminas cuatro metros, te giras, le guiñas un ojo y sonríes como si de tu sonrisa dependiera un cargamento de víveres en mitad de una guerra. Continúas tu paseo.