29/4/14

tu pelo

Una semana después de que te fueras hice que barnizaran por fin el parqué del salón. Un poco por joder, no te digo que no. Un poco por ahora que te has ido es justo cuando voy a hacerlo. Un poco por mantenerme ocupado, superarlo y todo eso. En cuanto aquel tipo terminó su trabajo y salió de casa, me di cuenta de que se había dejado un pelo tuyo debajo de la brillante capa de poliuretano. Una redundancia innecesaria. Tu pelo siempre ha llamado la atención por su brillo. Es tuyo. Resulta una tontería creer otra cosa. Conozco tu pelo. Es demasiado largo para ser mío. 

Trato de no pensar en eso. Porque si pienso en tu pelo me pongo triste. Y si me pongo triste voy por ahí cabizbajo. Mirando al suelo. Y si miro al suelo veo tu pelo. Y eso me pone más triste todavía. De manera que cada vez que pienso en ti y en tu pelo intento desviar mi atención hacia Elvis. Elvis,  Tupelo, Condado de Lee, Misisipi. Ahora cuando escucho a Elvis también me pongo triste. Hasta hace poco imaginaba que algún conquistador español que se encontraba en una situación parecida a la mía había bautizado a Tupelo con ese nombre. Me he enterado de que realmente se llama así por una clase de árbol que es muy frecuente allí. Vale. Un botánico o algo parecido entonces. Un botánico en el mismo lugar que yo. 

Podría lijar esa zona del salón, pero yo no sabría cómo hacerlo para que quedara bien y pedírselo a alguien resultaría bastante embarazoso porque de alguna u otra forma, aunque me inventara cualquier pretexto, acabarías saliendo a relucir. Tú y tu pelo reluciente. Así que voy a dejar las cosas como están. Tu pelo parece un insecto atrapado en ámbar. He visto Parque Jurásico. Es muy posible que en un corto espacio de tiempo la ciencia pueda hacer que vuelvas conmigo. Aunque tú, bueno, no seas esencialmente tú. Creo que me conformaría con que tuviera tu pelo. 

(Escuchando: Turbonegro - Let's go to Mars)

24/4/14

voy a apoyar la guerra

Voy a apoyar la guerra. 
Voy a vender mis ideales
para poder subvencionar 
a las tropas invasoras de tu país. 
Voy a alistarme en el ejército
si es preciso 
y voy a disparar a tu marido en el frente 
(un tiro en medio de la frente). 
Voy a matar a tus padres,
a tu hermana,
voy a destruir tu pueblo,
voy a quemar tus tierras,
para que tengas que volver aquí 
como una refugiada.
Yo seré tus padres,
tu marido,
y tu hermana. 
Yo seré tu pueblo, 
tus tierras. 
Yo voy a ser tu bandera. 

(Escuchando: Teophilus London - Last Name London) 

9/4/14

todos los dobles del presidente

Le deseé que tuviera un buen turno y me marché a casa. Como todas las noches, he dormido con las ventanas cerradas y los ojos abiertos. Esta mañana me ha llamado su mujer. Un grupo de anarcosituacionistas lo arrinconó en un callejón cerca de la Estación Central cuando salía de trabajar y lo ejecutó. Masaryk no era el más parecido. Yo me parezco más. Mientras hababla con ella, el auténtico presidente (o Yankelevich, o Vuković, o Farkas, o cualquiera de los otros, es difícil saberlo) daba un discurso en la televisión. Si todo va tan bien como dice, ¿por qué nos están exterminando a todos? 

(Escuchando: Balcanes - Plataforma)

4/4/14

metódicamente enamorados

A y B se conocieron en un curso de contabilidad financiera. B ocupaba uno de los últimos asientos de la clase, así que dominaba toda el aula con sólo levantar la vista de los apuntes. Que se fijara en ella era cuestión de poco tiempo. A tardó algo más en fijarse en él, pero cuando al fin lo hizo, cuando B empezó a resaltar a sus ojos ante el resto de compañeros, lo hizo con un interés que dejaba a ambos en igualdad de condiciones. Ahora uno de los dos tenía que dar el paso. 

En realidad no importa quién lo dio. El caso es que empezaron a sentarse juntos en clase. A hacerse reír. A desaprovechar el curso y a aprovecharlo de otra manera. ¿Quieres hacer algo después? Sí, vale. Por qué no. Durante la última etapa de la Humanidad el destino de la especie se ha articulado en torno a esta sugerencia. Así que A y B comenzaron una relación. Sus cerebros se pusieron a segregar dopamina, testosterona y norepinefrina con una intensidad muy superior a la normal. Conforme los niveles de serotonina descendían, la obsesión de A por B y de B por A se acrecentaba. Cuando la pasión entra por la puerta el control salta por la ventana. 

Hay estudios que demuestran que lo que todos entendemos por amor no dura, en realidad, más que dos o tres años. Cuatro en el mejor de los casos. Y esa primera fase de entusiasmo (en la que más que de amor deberíamos hablar de enamoramiento) se extingue pasados los primeros doce meses. Aproximadamente. A partir de ese momento la pareja entra en una fase de tolerancia mutua. Es un proceso químico. La química no entiende de sentimientos. Aunque sea precisamente la encargada de producirlos. Ningún ser humano podría tolerar el desorden que una reacción así provoca en el organismo durante un intervalo más amplio. A y B se encontraban inmersos en esa fase. La del enamoramiento. Euforia, hiperactividad y pérdida de apetito. Pero decidieron tomarse las cosas con calma. 

Un mensaje por semana. Del tipo que fuera. A través del medio que fuese. Escueto, eso sí. Bajo ninguna circunstancia podía rebasar una línea de texto. Las conversaciones duraban meses. Llamadas telefónicas cuidadosamente distribuidas. Un pequeño encuentro cada siete semanas. Apenas unos minutos. Suficientes para que sus pupilas se dilataran, sus bocas se secasen y sus manos juguetearan con cualquier cosa que tuvieran cerca. Tardaron más de un año en darse un beso. La espera mereció la pena. 

Cualquiera se desesperaría ante una situación así. Cualquiera habría acelerado el devenir de los acontecimientos o, en último término, habría abandonado. Se habría rendido, por ejemplo, a la inmediatez del sexo casual con alguna otra persona en medio de un proceso tan largo. Es difícil saber qué tipo de recompensas pueden obtenerse de un noviazgo de este tipo. Qué nivel de profundidad se puede llegar a alcanzar. Nadie lo había hecho antes y parece probable que pase bastante tiempo hasta que otra pareja establezca una conducta semejante. Ni siquiera ellos, ni A ni B, son capaces de explicarlo del todo. Sus relaciones anteriores fueron normales en ese sentido. A ninguno de los dos se le pasó nunca por la cabeza algo así. Pero lo que para otros no funciona, en su caso ha salido bastante bien hasta ahora. Después de quince años están punto de irse de vacaciones juntos. Por fin. Y siguen —literalmente— tan enamorados como el primer día. 

(Escuchando: Crocodiles - She splits me up) 

2/4/14

sentimental killer

Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero. Pero antes pasó horas en la cocina discutiendo consigo mismo. Igual que en tantas otras ocasiones. ¿Por qué necesitaba hacerlo? ¿Por qué no podía controlarse? Y, por encima de todo, ¿por qué no sentía remordimientos? Entonces bajó al sótano. Para tratar de conocer el arrepentimiento. Aunque sólo fuera por una vez. Nada. Lo mismo de siempre. Transcurrido un rato no era capaz de sentir nada. Un cuerpo ensangrentado sobre el suelo de hormigón. Nada más. Desesperado, cayó sobre sus rodillas y empezó a llorar. Era esa frustración la que le impulsaba a seguir matando. 

 (Escuchando: The Black Crowes - Ozone Mama)