Nuestros mismos ojos. Uno es mío. El otro es de Alicia. Nuestros mismos rasgos. Tiene mi boca. La nariz de Alicia. Mis manos. Nuestras personalidades. En su interior se agitan dos inteligencias que luchan por imponerse la una a la otra. Alicia se ha vuelto a levantar llorando. Sé en qué piensa. En lo mismo que yo. En por qué algo puede resultar tan bello entre dos personas, entre ella y yo, y funcionar tan terriblemente mal en una. En esa a la que todavía no sabemos si llamar hijo o hija. A la que hacemos todo lo que podemos por querer.
(Escuchando: Bloodhound Gang - The inevitable return of the great white dope)