22/4/08

reciprocidad

Le debo dinero a Dios,
me dijo.
Acordé con Él
que si arreglaba todo esto,
daría algo para los niños
que se mueren de hambre.
Que Él deja que se mueran de hambre.
Así todos contentos,
dije yo.

(escuchando: Talking Heads - People Like Us)

18/4/08

los auriculares (2ª parte)

De repente, descubres que si los desconectas un poco, si la clavija no entra hasta el fondo, recuperan su ser natural. Estás ilusionado, vuelves a encontrarte dentro de West Side Story… pero tú eres Robocop, porque a cada leve movimiento de cabeza, el cable se suelta. Es como si tu reproductor de mp3 fuera una bomba con sensor de movimiento. Tienes que ir con un cuidado extremo. Los heavys lo pasan mal con esto de no poder agitar la cabeza. Recuerdo que cuando iba al colegio, solíamos esconder los auriculares con el pelo para oír música en clase. Un compañero mío, muy heavy él, no tenía muy claro el concepto de disimular la acción, porque movía la cabeza todo el tiempo y de vez en cuando cantaba soltando algún gruñido ininteligible. La profesora terminó pensando que tenía síndrome de Tourette y lo dejaba en paz.

Bueno, cuando estás harto de parecer Pedro Erquicia, descubres el cello o cualquier otra marranada parecida para sujetar el cable. Pero no mucho tiempo después el cello se pudre o lo que sea que le pase (no tengo muy claro qué ocurre) y se convierte en algo raro y pegajoso que atrae toda la porquería que tienes en el bolsillo. Es entonces cuando, sintiéndolo mucho, decides por fin comprarte unos auriculares nuevos y guardas los antiguos en una caja: “Por si acaso, como aún se escucha por uno de ellos…” Que es como dedicarse a recopilar zapatos izquierdos, porque como sólo tienes hecho puré el derecho… Es curioso lo que pasa con esa caja. Allí terminan todos los auriculares jubilados y, poco a poco, siguiendo un inexplicable proceso similar al que hace que uno de ellos deje de funcionar, se van enredando entre ellos. Es como si intentaran perpetuar la especie de alguna forma, sabedores de que es su última oportunidad. Cuando un buen día añades más auriculares a la caja, compruebas que aquello se ha convertido en un entramado completamente indivisible con el que puedes irte a pescar meros tranquilamente.

Por fin vas a la tienda y, entre los que te enseña el dependiente, tratas de esquivar por todos los medios esos que son retráctiles y muy majos, pero que tienen el cable tan corto que te obligan a adoptar la posición Jorobado de Notre Dame. Te quedas con unos después de sopesar tu decisión durante un rato. No son demasiado caros pero tienen pinta de ser de los buenos. De los que, por lo menos, acaban en la caja-cementerio de auriculares. Sales de la tienda, abres el embalaje de mala manera porque quieres oír música y en este momento, con las prisas, puedes perder las esponjitas que algunos auriculares traen. Si esto sucede, pasados unos días notarás que el interior de las orejas te duele cada vez más, pero nunca pensarás que es por los auriculares: “no, no puede ser por eso: venían sin esponjitas”. De todas maneras, las esponjitas nunca duran. O te las manga un amigo, hermano, primo (y mejor que sea así como ahora vamos a ver) o se pierden. Pero claro, se pierden de una en una. Que si se perdieran las dos de golpe, vale, el mal ya está hecho, pero si es una, tienes que decidir si tiras también la otra y te enfrentas a la vida como si estuvieras dentro de un vídeo de Bon Jovi (el dolor de oídos que producen las dos cosas es parecido) o vas alternando la esponjita superviviente entre el auricular derecho y el izquierdo. Como esto último sólo lo hace la gente rara y paranoica, te decides por la primera opción. Conclusión: las esponjitas de los auriculares son una mierda.

Lo normal nada más estrenar los auriculares nuevos, es que compruebes que prácticamente no se oyen. Por mucho que subas el volumen, unos auriculares nuevos nunca tendrán tanta potencia como los anteriores. Aunque sean mucho más caros. Eso si uno de ellos no produce un zumbido muy desagradable que, a veces y sólo a veces, desaparece con el tiempo. Ya ha quedado claro que los auriculares son muy caprichosos. El caso es que te da vergüenza volver a la tienda porque te has pegado media hora para quedarte con unos que te han costado cinco euros, de manera que, a partir de aquí, sobrevives como puedes. Hasta que vas a dar con unos auriculares medianamente decentes, de los que sobreviven más de un mes. Y una tarde, cuando llegas a casa, se te ocurre pensar: “Vaya, es increíble lo que me están durando estos auriculares.”

(escuchando: PJ Harvey - Send His Love to Me)

17/4/08

los auriculares (1ª parte)

Los auriculares son esos artefactos que se colocan en las orejas y pueden convertir tu vida en un videoclip de Björk… o en un auténtico infierno. Alguno pensará que no hay mucha diferencia.

Al principio, todo funciona perfectamente y uno va por la calle oyendo a su grupo favorito mientras la vida se mueve al ritmo de la música. El barrio entero parece formar parte de una coreografía perfectamente planeada. Hasta que llegas a casa, guardas tu mp3 y piensas: “Vaya, es increíble lo que me están durando estos auriculares”. A partir de ese preciso momento y durante un proceso que dura hasta el día siguiente, los auriculares sufren una transformación. Por la mañana, coges tu reproductor y algo ha pasado. No les has dado ningún golpe, no se han mojado, no se han movido de dónde los dejaste ayer. Te los pones, aprietas el play y… ¡Sólo se escucha por uno de ellos! Después de encender, pausar, apagar, volver a encender, subir y bajar el volumen, pruebas a desconectar los auriculares. Los vuelves a conectar y repites el proceso varias veces. Todo esto en mitad de la calle, con gesto de preocupación extrema mientras la gente que pasa piensa al ver tu cara: “Pobre muchacho. Su mundo se está resquebrajando.” No hay nada que hacer.

Bien. Sabes que, en ocasiones, tal como ha venido, la desgracia se marcha y el auricular muerto resucita, aunque suele ser por poco tiempo. Hay veces incluso en que el problema pasa de un auricular a otro y por el que no se oía ahora se oye y al revés. Y te dices a ti mismo: “Esto último es peor aún, imbécil. No me anima.”

No queda más remedio que resignarse por el momento. Primero te tapas de alguna manera el oído que queda libre: con un trozo de kleenex, con el abrigo si es invierno o directamente con el dedo… durante un rato. Hasta que te das cuenta de que pareces un guardaespaldas, un portero de discoteca o algo peor. Entonces, cabreado, sigues andando y entras en un mundo disociado de música al máximo (dices: “bueno, a lo mejor si pongo la música al doble de volumen por un solo oído…”) y ruidos de ciudad, que puede empujarte a la locura. De hecho, esto ha llevado a gente a matar a otra gente. Cuando en las noticias se dice que un asesino en serie oía tal o cual tipo de música, vale que su grupo favorito hablaba sobre sacrificar retrasados mentales y beber bilis, pero ¡seguro que lo escuchaba por un sólo auricular!

(escuchando: A Perfect Circle - Sleeping Beauty)

13/4/08

alguien que nunca existió

Ella era actriz.
Cuando estaba contenta
yo solía pensar que tal vez no lo estaba
pero quería que no me preocupase.
Cuando parecía triste,
imaginaba que quizá
se comportaba así para que yo me sintiera mal
por cosas que había hecho
por cosas que tenía que haber hecho
o por cualquier otra razón.
Me encantaba cómo olía,
y eso era algo que no podía interpretar.


(escuchando: Johnny Cash - Understand your Man)

8/4/08

huesos

Cumplieron su última voluntad
Llevaban en maletas a un familiar que quería ser enterrado en Italia

Dos viajeras procedentes de Brasil fueron brevemente detenidas en el aeropuerto de Múnich, en el sur de Alemania, cuando se descubrió que transportaban huesos y un cráneo en sus maletas, informó el miércoles la policía.

Las dos mujeres, de 62 y 63 años, habían llegado el martes de Brasil y se dirigían a Italia cuando un escáner detectó los restos humanos en el equipaje. A preguntas de la policía, las pasajeras explicaron que trasladaban los restos de un miembro de su familia muerto hace 11 años en Sao Paulo y que quería ser enterrado en Italia. Tras verificar sus afirmaciones, la policía les dejó continuar su camino a Nápoles.

(escuchando: Editors - Smokers Outside the Hospital Doors)

4/4/08

los perros dormidos mienten (ojos que no ven, corazón que no siente)


Esta semana me he decantado por una de las pocas opciones aceptables que quedaba en la cartelera después de los estrenos estomagantes que se han producido en estas fechas. Y no me arrepiento. La película está dirigida por el famoso (en USA, claro; aunque si pincháis en su nombre, seguramente volváis veintitantos años trás en el tiempo: era el tipo que hacía de Zed en Loca Academia de Policía ) cómico, director y guionista Bob Goldthwait que, además de ostentar el título de ex prometido de Nikki Cox (?), ha participido en numerosas series como actor y como director.

El argumento gira en torno a Amy, una joven cuasi perfecta, feliz con su novio (que también roza la perfección), respetada por unos padres muy exigentes y con una vida tranquila. Pero Amy tiene algo que esconder. Durante su estancia en la universidad hizo algo feo, muy feo. La película arranca rápidamente con este episodio de su vida que todavía hoy, casi diez años después, no alcanza a comprender muy bien. Hasta ahora ha mantenido su secreto bajo diez llaves con la complicidad del público pero, ¿qué pasa cuando su novio le convence para que le cuente su vivencia más oculta? Que Amy decide liberarse de la carga y poner a prueba su amor contándole su secreto. Su novio no se lo toma como ella espera y empieza el lío.

La cinta ha sido bien recibida por la crítica y el público (hace ya un año que se estrenó en USA y en UK) y ha pasado por San Sebastián, Sundance y Toronto.

Si hay algo malo que decir sobre ella es que la fotografía es un auténtico jaleo (parece que algunos no terminan de hacerse con el HD) y que el tono de la historia desprende una ligera sensación esquizofrénica, pues la película discurre entre la comedia gamberra y el drama más absoluto, pasando por el género romántico y hay momentos en que la mezcla simplemente no aguanta.

Así y todo es una película atrevida, verdaderamente original para los tiempos que corren y simpática en definitiva.

sleepingdogsliethemovie.com

(escuchando: Morrissey - First of the Gang to Die)